El
juego, que no depende de la fuerza o maña físicas, el
juego que tiene bien definidas sus reglas y que posee cierta riqueza de
movimientos, suele prestarse muy frecuentemente a un tipo de
análisis intelectual cuyas características son muy
semejantes a las que presenta el desarrollo matemático.
Por esto no es de extrañar que muchos de los grandes
matemáticos de todos los tiempos hayan sido agudos observadores
de los juegos, participando muy activamente en ellos y hayan dado lugar
a nuevos campos y bloques en las Matemáticas.
La tarea de iniciar a los más jóvenes en la
labor
matemática, el sabor a juego puede impregnar de tal modo el
trabajo, que lo haga mucho más motivado, estimulante, incluso
agradable y, para algunos, aún apasionante.
Nuestro objetivo fundamental como educadores consiste en
ayudarles a
desarrollar su mente y sus potencialidades intelectuales, sensitivas,
afectivas, físicas, de modo armonioso. Y para ello nuestro
instrumento principal debe consistir en el estímulo de su propia
acción, colocándoles en situaciones que fomenten el
ejercicio de aquellas actividades que mejor pueden conducir a la
adquisición de las actitudes básicas más
características que se pretende transmitir con el cultivo de
cada materia.
Lo que sobre todo deberíamos proporcionar a nuestros
alumnos a
través de las matemáticas es la posibilidad de hacerse
con hábitos de pensamiento adecuados para la resolución
de problemas, matemáticos y no matemáticos.Muchos de
estos elementos pueden adquirirse igualmente en el
enfrentamiento con los problemas que constituyen los juegos
matemáticos.